viernes, 9 de diciembre de 2011

Reflexiones sobre nuestro Padre Abraham y su descendencia



PRÓLOGO

 
Abraham es <<nuestro padre en la fe>>, tal como afirma la plegaria eucarística primera. Cada día en la liturgia de las horas, los cristianos nos reconocemos "hijos de Abraham", tanto en la oración de la mañana (laudes), como en la de la tarde (vísperas). En los laudes, en efecto, proclamamos: "Recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham" (Lc 1, 12-13). Y en las vísperas agradecemos el cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padres "a favor de Abraham y su descendencia por siempre" (Lc 1, 55). Con Abraham se inicia esa actitud, fundamental para la salvación, que es la fe.
¿En qué consiste la fe? Es algo que podemos ver precisamente en la figura y la historia de Abraham.
La historia de Abraham pone de relieve que la fe consiste en obedecer a Dios, que la fe es una obediencia mediante la cual consiento que sea otro ---Dios--- quien configure mi vida, quien la de forma. La fe es todo lo contrario de un proceso de "autorrealización". La fe consiste en poner a Dios, y a lo que Dios piensa de mí, por encima de todo, y en primer lugar de mis propios pensamientos y proyectos.
La fe es también una confianza ilimitada en el poder y la fidelidad de Dios, que cumple siempre sus promesas, aunque a menudo lo hace por caminos sorprendentes y desconcertantes para el hombre.
 En Abraham empieza Dios a educar a la humanidad para la venida de su Hijo, para la experiencia cristiana que consistirá en el seguimiento incondicional de Jesucristo.



1 comentario:

  1. Me encanta la historia de Abraham porque nos enseña a tener fe y a obedecer a Dios. No hacer planes en nuestra vida sin contar con el Señor.

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