viernes, 20 de enero de 2012

CAPÍTULO IV Pag. 15

LAS PROMESAS DIVINAS Y LA ALIANZA


            DESPUÉS DE ESTOS SUCESOS FUE DIRIGIDA LA PALABRA DE YAHVÉ A ABRÁN EN VISIÓN, EN ESTOS TÉRMINOS:
            <<NO TEMAS, ABRÁN. YO SOY PARA TI UN ESCUDO. TU PREMIO SERÁ MUY GRANDE>> (Génesis 15, 1)

            La fe es también oscuridad, espera, misterio. La Biblia considera la fe como una aventura exaltánte pero áspera, más parecida a una lucha que a una serena quietud.

            Abraham es nuestro hermano en el momento de la oscuridad, un momento que consideramos a veces como una maldición, cuando en realidad forma parte de la dinámica misma de la fe y debe ser, por tanto, vivido con humildad y a la espera.

            De pronto, aparece el Señor y le dice esta frase esperanzadora: <<No temas, yo soy tu escudo>>. Porque Dios estaba presente también, en su ausencia, escuchaba en su aparente sordera.

            Dice Dios: Ven a mí y promete a Abraham que limpiará sus lágrimas con su mano: No te quejarás más. Ya no habrá trabajos, ni tentaciones, ni dolor; ya no más angustia, ni tormento, ni pena. Descansa conmigo.

            En Isaías 42, 6 está escrito: “Yo Yahvé, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes”.  


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