lunes, 19 de diciembre de 2011

Abraham en Egipto Pag. 5

HUBO HAMBRE EN EL PAÍS, Y ABRÁN BAJÓ A EGIPTO A PASAR ALLÍ UNA TEMPORADA, PUES EL HAMBRE ABRUMABA EL PAÍS. (Génesis 12, 10)


            Abraham habitará en <<la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita>> (Jr 17, 6b), en el cual todo está seco, solo hay soledad y vacío; Dios se oculta por un tiempo, quiere probar su fe, quiere ver lo que hay en su corazón, y Abraham se siente abandonado, sin la presencia de Yahveh, estando sin el alimento que es el Verbo, la Palabra, comienza a sentir hambre cuyas consecuencias pueden ser la quiebra de la obediencia e ir contra la voluntad de Dios.
            El demonio que es mentira y suciedad, comienza a tentarlo diciéndole que Yahveh lo ha abandonado, quiere que pierda la fe y la esperanza en el Señor, quiere robar su alma y perder su vida, que es Dios. Y Abraham es empujado por el maligno a bajar a Egipto que quiere decir  “tiniebla” o “angustia” y “tribulación”.
            El faraón es el mismo demonio, cabeza de mentira y maldad, y sus habitantes son figura del pecado, y carecen de luz, pues no conocen a Dios. Y no lo conocen porque no lo aman, dice San Juan: “el que no ama a Dios, no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4, 8).
            Faraón, significa “el que disipa” y disipación es conducta de una persona entregada a los placeres, por lo tanto, Abraham, una de las mayores tentaciones que sufrió fue olvidar el mandato de Dios por los placeres y la buena vida de Egipto.
            Abraham que conoce sus flaquezas y que se conserva en la humildad, confía en el Señor, tiene en su corazón la fe viva con la cual y con la ayuda de Yhaveh, vencerá todas las tentaciones en Egipto, y así poniendo su voluntad, en la voluntad del Señor, iba por donde no sabia y venia a donde ignoraba. Pero lo sabia el que le guiaba, el mismo que, ahora, nos guía también a nosotros por este camino de salvación, inflamando nuestro corazón con la llama de su amor.

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